jueves, 13 de mayo de 2010

Voy a explicarte algo esencial:
Hay una diferencia muy grande entre amarte y enamorarme de vos. Enamorarme, me enamore apenas te vi, fue esa electricidad que recorrió todo mi cuerpo convirtiendolo en no más que un completo desastre dependiente de todo lo que fuese parte de vos. Si vos estabas mal, yo lo estaba, si vos sufrías yo sufría, si a vos te pasaba a vos yo lo sentía como propio. Calculo que enamorarme conlleva intentar disolverme en todo lo tuyo. En intentar enredarme con vos y convertirnos en uno, es esa desesperada necesidad por tenerte sea como sea, sin importa qué ni cuando y menos, el cómo. Enamorarme de vos fue sentir todo lo tuyo como mío y hacerme creer que si no llamabas, no me querías y entonces, darle paso a mi cabeza retorcida (como la de cualquier enamorado) para pensar en que es lo que hacías cuando yo no estaba con vos, ¿sería posible que como a mi me sucedía vos no pudieras vivir sin mí?.
Enamorarme...estuve enamorada unos meses, después entendí la diferencia de la que hablo. Entre el enamoramiento y el amor, el verdadero. Cuando comencé a amarte, entendí que se trataba del amor en lo cotidiano, de la rutina y de aprender a reconstruir constantemente lo que ya tenemos. Este lazo, invisible, que nos mantiene juntos. Que se refleja cuando te amo al levantar, con el pelo despeinado, cuando te quedás dormido y salís con apuro, cuando te enojas y discutimos, cuando me miras con esos ojos de avellana que me derriten un día tras día, cuando vas a dormir y me deseas, cuando fantaseas con otros cuerpos que no sean el mío, yo te amo a cada momento, en toda hora, en cada pensamiento que tengas por más diferente que sea al mío porque me tranquiliza saber que el hecho de tener diferencias nos hace complementarnos, estar y preservar esta relación. No quiero vivir en el descontrol que implica el enamoramiento fugaz si eso implica que a fin de cuentas, la llama se apague y todo acabe como empezó. Quiero algo que nos dure, que nos llene, que nos de, que nos haga felices. Hay una magia, una chispa que nunca se acaba. Y eso, eso es amar. Ese misterio que implica acompañarte en soledad, aconsejarte, mimarte y amarte cada vez que pueda de la mejor manera que pueda. Porque no se trata de forzar un sentimiento tan puro como el amor porque aunque me digas mil veces que me querés todo sería una mentira y un sinsentido. Cuando uno se enamora, se da cuenta de que lo está pero aquello, no dura eternamente. Cuando uno empieza a amar, lo siente, es algo que causas en mi, algo inevitable y con esto digo, que me encantaría pasar todos los días a tu lado sin importar nada de todo lo demás. Y quizás, nos enamoremos mil veces en todo este tiempo que compartamos el uno con el otro. Una y otra vez. Infinitas veces con incansable facilidad. No quiero forzarte a vivir en el enamoramiento, yo quiero que me ames. Que me lo demuestres cuando digo que te quiero y digas, "lo sé amor" y en caso de que sea reciproco, me digas "yo también" seguido de la anterior frase. Entonces, podría por lo menos saber que no existe posibilidad de perderte porque no lo sepas, que entendes que es lo que me pasa y que lo que siento yo, te llega. Porque no importa cuantas veces que te lo repita ni la forma en que te lo demuestre, lo que importa, es que te sientas querido por mí y que lo mejor de mí (que estoy dando) te llegue. Yo no pretendo estar perdidamente enamorada de vos, yo quiero estar encontradamente enamorada de tu amor y cuando éste se extinga, dejarte ser feliz con quien creas que pueda llegar a darte algo similar a este amor, o mejor. Quiero llegar a tu lado y besarte para decirte que siempre valdrá la pena sufrir por esta felicidad que me das, todos los días, junto a vos, queriendonos, siendo uno y a la vez, siendo cada uno en sí mismo.

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